COMPONENTES PARA MOTOS/ LA FACTORÍA DE LA FIRMA CATALANA EN JIAXING OPERA AL 25% POR LA FALTA DE PERSONAL. SUS PRIORIDADES PASAN POR RESTABLECER LA NORMALIDAD Y POR EVITAR A TODA COSTA UN CASO DE COVID-19 EN LA FACTORÍA.

Jaume Rosinés Juan aterrizó en Barcelona el pasado 20 de enero para disfrutar de las vacaciones del año nuevo chino. El directivo está al frente del fabricante de latiguillos y sistemas de frenos para motos J.Juan en el gigante asiático desde 2014 y desde hace unos días pilota el negocio desde Barcelona. “Volveré a China el día que no tenga que pasar la cuarentena”, avanza. De momento no tiene billete de regreso.

“El año nuevo es un momento de incertidumbre en China; los empleados regresan a casa, a sus pueblos, pero no sabes si luego van a volver contigo”, expone Rosinés, en el sentido de que en los hogares se establece una “competición” entre familiares por ver quién cobra más o tiene mejor coche, “como muestra de status”, y esto suele derivar en cambios de empleo tras las celebraciones.

Dado este elemento perturbador, es frecuente que las empresas se abastezcan de suministros para más tiempo del habitual con el fin de arrancar la actividad con los menores problemas posibles. El regreso a la normalidad debería haber sido el 3 de febrero, pero la planta de J.Juan, situada en Jiaxing, en la provincia de Zhejian (a unos 800 kilómetros de Wuhan, donde está el foco del virus), volvió a operar el 10 de febrero, aunque sin apenas actividad.

El propio Rosinés –hijo de María Ángeles Juan, uno de los tres hermanos propietarios del J.Juan– dirige de momento la fábrica china desde Gavà (Baix Llobregat), donde tiene su sede.

Seguimiento diario

“Tenemos una reunión de seguimiento diaria desde el pasado 25 de enero, cuando vimos que empezaban a aislar a la población”, comenta Rosinés en una entrevista con EXPANSIÓN Catalunya, en la que explica que han necesitado la “autorización del Gobierno” para reanudar la producción y destaca que sus prioridades, ahora, son dos: “Recuperar la capacidad productiva y evitar casos de coronavirus en la fábrica”.

“Ahora funcionamos al 25%, aunque nadie ha conseguido superar el 30%, el problema es que no sé cuándo podremos alcanzar el 100%; de momento tenemos más un problema de falta de personal que de suministros”, añade. “Quien se cambie de provincia tiene que pasar la cuarentena, lo que te obliga a contratar a gente de la propia ciudad [3,3 millones de habitantes], pero guarderías, colegios y universidades han dilatado la entrada de los alumnos hasta marzo o abril, lo que dificulta que la gente vuelva a trabajar; debes pagar un incentivo salarial para que se incorporen rápidamente”, comenta.

A todo ello se une que empresas grandes con plantas en a misma ciudad, como Philips, Lego, ZF y Hyosung, tenían previsto reanudar su actividad recientemente y han comenzado a buscar personal en la zona.

Seguridad

La compañía ha introducido un catálogo de veinte procedimientos para evitar nuevos casos del Covid-19. Algunos ejemplos son que el conductor de un camión no se pueda bajar –le descargan otros–, teletrabajo en algunos casos, limpieza especial de zonas comunes, turnos para reducir la concentración del personal, no se puede comer en la factoría y distancias de seguridad entre las personas. Los empleados cambian sus mascarillas cada tres o cuatro horas.

Rosinés subraya la necesidad de que en su planta no haya casos de coronavirus. “Te pueden cerrar la planta, y serían tres semanas como mínimo”, alerta el directivo. La empresa, por ser extranjera, tiene una persona que ejerce de enlace con los diferentes niveles de la Administración comunista. En este caso, transmite las directrices sobre el virus.

J.Juan facturó el año pasado 72 millones de euros, seis millones más que en 2018. La actividad en China está creciendo a gran velocidad, con 19 millones de ingresos en 2019 frente los ocho millones de 2015. La compañía tiene 140 empleados, de los cuales están trabajando el 80% de los indirectos, pero solo el 15% de los directos. “Preveíamos facturar algo más 20 millones en 2020, pero no sabemos a cuánto llegaremos ahora; nuestra meta es estar vivos”, dice, medio en broma medio en serio. La mitad de la producción china se vende en el mercado local y el resto se dirige al sudeste asiático, Europa y América.